Joan Sabate
Aún existe, a
pesar de lo evolucionada que se encuentra la comunicación comercial en todas
sus variantes, la creencia de que el redactor creativo es solo aquella figura
dentro de la agencia de publicidad que tiene exclusivamente la misión de
redactar los textos publicitarios. Pero la evolución trepidante de la actividad
publicitaria en estos últimos decenios ha modificado completamente las funciones
de todos los profesionales que intervienen en el proceso de generación de
comunicación publicitaria. De entre todos ellos, posiblemente la figura que más
ha mutado su funcionalidad haya sido la del redactor creativo publicitario.
Como se pretende explicar en este trabajo, el redactor creativo publicitario
hace tiempo que ya no es solo un individuo que escribe textos. Es cierto que
había sido así desde los inicios de la actividad publicitaria, cuando la
agencia de publicidad asumio la creatividad como producto (Sánchez Guzmán 1982:
139), en unos albores donde las responsabilidades quizás estaban más
compartimentadas que ahora y durante una época en la cual una mal entendida
especialización o división del trabajo privaba a los profesionales de tener una
visión general, necesaria y obligatoria, del proceso de comunicación
publicitaria.
Hoy,
afortunadamente, esto ya no es así. Y no lo es porque el papel del redactor creativo de hoy se ha
afianzado aún más y se ha convertido en esencial desde el momento que la propia
agencia de publicidad, por razones de mercado y de una especialización mejor
entendida (aquella que ha generado especialización empresarial y por lo tanto
servicios publicitarios independientes y especializados para ofrecer al
anunciante), ha reducido paulatinamente los servicios que ofrecía a los
anunciantes hasta centrarlos básicamente en todas las labores creativas, que no
son solo la creatividad especializada en generar campañas, sino también la
creatividad aplicada a las estrategias de comunicación, a la definición de
productos, a la planificación de los medios, o a la combinación de las técnicas
publicitarias. Al centrar la agencia su actividad en la creatividad, el dominio
preponderante de la actividad creativa por parte del redactor ha hecho que de
ser uno más en el conjunto de la agencia publicitaria haya pasado a ser uno de
los sujetos que ejerce más influencia en la elaboración del trabajo
publicitario.
Esta reducción
de contenido empresarial de la agencia de publicidad ha revaluado, pues, la
figura del redactor creativo. El papel otorgado años atrás al redactor como
generador inicial de ideas para aplicar a la publicidad gracias al efecto de la
evolución de la agencia hacia la venta casi en
exclusivo de producto creativo, le ha situado hoy en un Lugar clave dentro de
la publicidad. A causa de esta situación generada no hace muchos años, el
redactor ha traspasado la frontera del escritor de textos publicitarios y se ha
proyectado hacia el presente y hacia el futuro a través de una funcionalidad
renovada que le otorga nuevos papeles en la agencia, dejando como hecho
histórico esta visión de simple amanuense (escribiente)
publicitario que se tenía de él.
Su
protagonismo creciente en la creatividad publicitaria, entendida en su sentido
más amplio, también le ha hecho superar aquellos malos augurios que no hace
mucho algunos pronosticaban para su trabajo en el futuro, puntualmente
amenazado y empequeñecido ante la avalancha de la cultura y del lenguaje visual
(Una visión apocalíptica sobre los redactores la efectuaba Jack Cronin en un
documento de formación interna de J. Walter Thompson con fecha 29 de enero de
1985: «La clase de publicidad que haremos enfatizará los elementos visuales de
la comunicación, en lugar de los verbales. Los directores de arte reemplazaran
a los copys (...) como los generadores de la gran idea. A pesar de profecías
como las de Cronin, el redactor publicitario no solo no ha desaparecido bajo la
«amenaza» visual sino que la ha asimilado completamente y la ha convertido en una
de sus mejores bazas, integrando en la creación de conceptos publicitarios los
lenguajes verbal y visual. En este sentido ha elevado el listón de su función creativa, la ha intelectualizado
un poco más, la ha transmutado en un quehacer que se realiza previamente a la
propia redacción de textos: antes de escribir, antes de visualizar, hay que
pensar. Pero no pensar en lo que se va a escribir, sino pensar cómo se va a
resolver un problema de comunicación. Su función actual se fundamenta en la
creación de conceptos de comunicación.
Otro de los
factores que ha impulsado esta renovación funcional del redactor creativo
publicitario es la creciente implantación de la técnica mercadológica y el
amplio abanico de métodos de investigación sobre la publicidad que los anunciantes
han incluido en sus métodos de trabajo. Antes una buena frase valía. Ahora,
esta buena frase debe estar soportada por buenos argumentos, y estos argumentos
deben superar su eficiencia en la investigación.
En este
sentido es de prever que los anunciantes ejerzan cada vez más una mayor presión
sobre la creatividad, la sometan a mas condicionantes, a mas exámenes, a mas
consideraciones. Por este motivo la creatividad —y por su puesto la redacción
publicitaria como parte de la actividad creativa— ya no tiene suficiente con la
llegada espontanea de la musa y se convierte en un ejercicio mucho más
profesionalizado de lo que era. Para el redactor el valor intrínseco de la
notoriedad publicitaria ya no es suficiente si no va respaldado por el valor
complementario del razona-miento desde un punto de vista creativo y
mercadológico. La creatividad de hoy en parte se fundamenta en la lógica.
Si la agencia
y el anunciante han cambiado, tampoco los consumidores son lo que eran.
Integrados completamente en la cultura publicitaria también piden cada día más.
Bien, de hecho no lo piden directamente. Pero sí lo piden a través de un
comportamiento de consumo cada día más voluble y cambiante, y lo piden con una
constante y vertiginosa dinámica de cambio de hábitos y costumbres. La
frasecita graciosa y el muñequito saltarín del anuncio de turno sin nada que
los soporte han pasado a la histórica y han dejado paso a formas más elaboradas
de comunicación publicitaria. No se llega a la mente del consumidor con la
facilidad de antes. El cansancio debido a la saturación de mensajes en los
medios, la obsolescencia de muchos códigos publicitarios, la cultura adquirida
de la decodificación publicitaria y su desconfianza infusa hacia todo lo
publicitario no hacen la labor fácil.
Todas estas
mutaciones, la mayoría de las cuales se han materializado a lo largo de estas
dos últimas décadas, han influido decisivamente en la evolución del redactor
creativo publicitario de forma que su campo de actuación se ha dilatado, su
peso específico en Ia agencia ha aumentado y su responsabilidad creativa se ha
consolidado.
Definición de las funciones del redactor creativo
publicitario
Esta
exposición solo representa un intento de sistematización metódica de las
funciones actuales del redactor creativo publicitario y lo Único que pretende
es abrir una vía de análisis para establecer, aunque sea sola-mente desde un
punto de vista teórico, donde se encuentran hoy los límites funcionales del
redactor creativo publicitario. Sin la pretensión de hacer teoría, esta
clasificación solo intenta una ordenación de las ideas.
Como ya hemos comentado, el redactor no
solo es el creador de los textos publicitarios. De 61 dependen hoy
fundamentalmente siete funciones básicas en todo el ámbito de la elaboración de
mensajes publicitarios:
1.
Función estratégica.
2.
Función creativa.
3.
Función conceptual.
4.
Función redaccional.
5.
Control del proceso creativo
y de producción.
6.
Función argumentativa.
7.
Toma de decisiones.
Estas funciones se definen de la
siguiente manera:
1.
Establecer la estrategia
creativa.
2.
Generar ideas.
3.
Establecer el concepto
publicitario.
4.
Expresar verbalmente todo el
cuerpo redaccional necesario: ideas, conceptos y textos.
5.
Controlar el proceso de
producción de los mensajes.
6.
Argumentar sólidamente el
trabajo creativo y redaccional.
7.
Tomar decisiones en los ámbitos
de su área de responsabilidad.
En esta clasificación
podemos ver que el área de actuación del
redactor creativo es más extensa de lo que a primera vista podía parecer y
se sitúa en
un campo de conocimiento más vasto que le aporta un punto de vista más global
sobre todo el trabajo creativo que se desarrolla en una agencia de publicidad.
Por este mismo motivo, el redactor debe tener unos conocimientos más amplios
que los necesarios para redactar textos publicitarios, debido a que hoy, un
anuncio o una campaña no se sustentan únicamente en el redactado publicitario,
ni en el buen oficio del redactor experimentado.
Alejándose de
la realidad, el trato que en la bibliografía se le ha dado a la redacción
creativa publicitaria roza en muchos casos una simplicidad minusvaloradora,
sustentada en un tipo reglas que no han tenido para su formulación una base
mínimamente científica, sino intuitiva. Hoy ya debemos huir por principio de la
anécdota y del consejo práctico de ciertos manuales y textos de experiencias
personales, a no ser que posean una base científica creíble o hayan sido
experimentados repetidamente y de forma positiva en casos publicitarios reales.
La disciplina de la redacción publicitaria va más allá de llevar a la práctica
cuatro reglas demasiado antiguas y absurdas de cómo escribir un anuncio. Si un
día fue valido todo este tipo de principios iniciáticos —y el condicional es de
duda y no de afirmación—, hoy han quedado obsoletos, desmentidos por una praxis
diaria que los desautoriza. Por eso su asimilación es un riesgo cierto para los
profesionales de la redacción publicitaria. Un simple repaso a las antiguas
normas de redacción de Ogilvy son un buen ejemplo de lo que hoy, en general, un
redactor no debe practicar (1967: 153-166).
Precisamente,
lo que intenta este trabajo es liberar al redactor de reglas sobre redacción en
beneficio de la actividad creadora y definir los límites de las funciones
reales del redactor creativo.
Vamos a
definir con más profundidad cada una de estas funciones que en ningún caso son
limitadoras de la creatividad sino que intentan favorecerla en todos los
sentidos:
1. Función Estratégica
Resulta
realmente curioso que en toda la bibliografía consultada sobre este tema no se
haga regencia al hecho de la participación del redactor creativo en el
planteamiento estratégico de las campañas. Ni Watson Dunn (1967), ni Haas
(1966), ni Majocchi-Attanasio (1984), ni Harrison (1989), ni otros autores
publicitarios que como los mencionados demuestran más base pedagógica y
científica que autobiográfica o
anecdótica plantean el tema, al menos abiertamente. Por sistema, en los
trabajos teóricos y prácticos consultados respecto a este tema, se omite la participación
decisiva del redactor creativo en los aspectos estratégicos. Resulta
sorprendente porque es precisamente durante la elaboración de la estrategia
cuando se sientan las bases para el posterior trabajo creativo que deberá
desarrollar el propio redactor. Quizá el motivo fundamental sea que esta bibliografía
este basada en una realidad ya caducada y que por lo tanto refleja hábitos y
sistemas de trabajo obsoletos. Otros autores han relacionado levemente, como de
pasada, al creativo —el redactor creativo, quizás— con la elaboración de la
estrategia, pero de una forma marginal, subsidiaria. Por ejemplo Pere Soler
establece que «como elemento para decidir, está el equipo de la cuenta. El
creativo debe dar también su opinión sobre las posibilidades de desarrollo de
la comunicación, circunstancia a veces muy importante» (1993:76). Esta es a mí
entender una concepción devaluadora de la participación y la aportación estratégica
del redactor creativo, sobre todo tal y como esta expresada: hoy por hoy ni el
redactor es «el Último elemento para decidir», ni solo «debe dar también su opinión».
Máxime cuando la figura del planner es inexistente en muchas (por no decir en la mayoría)
de las agencias, caso en el cual su supuesta funcionalidad estratégica es
asumida en una parte muy generosa por el creativo. Es sospechoso también el
pensamiento de Soler para el que solo «a veces» esta vinculación creativa al
trabajo estratégico es muy importante, cuando en la praxis es generalmente
decisiva. También Joannis (1986: 17-18) y Moliné (1988: 61-105) eximen de
responsabilidad estratégica al creativo, cuando por contra en el día a día esta
compartimentación tajante entre las funciones del planner y las del creativo es inexistente, y lo es generalmente
—insisto— por la inexistencia del planner
en la estructura profesional.
Alejándonos
del olvido que los autores parecen mantener respecto de este tema, tampoco es
menospreciable su decantación hacia el absolutismo de un estilo de
trabajo exclusivamente racional, sin dejar resquicio a la creatividad per se.
Hay en ello una concepción absolutista del planificador estratégico. ¡No es
cierto —y además deseable— que se puede crear una buena campaña publicitaria de
una forma totalmente intuitiva? Evidentemente, desde un punto de vista creativo
lo es, hecho que es olvidado olímpicamente. Hoy demasiados sistemas de trabajo
se encuentran muy condicionados por el dictado de lo razonable —que no es lo
mismo que lo eficaz—. El trabajo intuitivo, que debe ser aceptado íntegramente
en la creatividad publicitaria, debe estar en todo caso equilibrado con el
trabajo estratégico. No es imposible, aunque tampoco sea muy recomendable,
crear una campaña sin que previamente haya un planteamiento estratégico y
táctico adecuado. Pero no se debe olvidar que la publicidad no es eficaz solo
por el hecho estratégico o por su difusión sino también por el hecho creativo.
La estrategia es la vía por donde debe correr el tren de la creatividad. Pero
la creatividad debe correr! La mejor forma de estudiar con profundidad que se
quiere conseguir es a través de una adecuada estrategia publicitaria, y como
hacerlo es a través de la creatividad. Un buen planteamiento estratégico es la
garantía mínima para conseguir los objetivos de comunicación, pero la creatividad
no tiene garantía mínima, necesita máximos. Precisamente por todos estos
motivos el redactor creativo debe participar en la elaboración estratégica.
Tampoco
debemos perder de vista que, de la misma forma que la empresa anunciante es la
responsable del plan de marketing, la agencia de publicidad es la responsable
del planteamiento estratégico de la publicidad que servirá para conseguir los
objetivos fijados previamente en el plan de marketing. Esta misión cuya
iniciativa parece que correspondería en principio y de forma exclusiva al
planificador estratégico, por su importancia en el desarrollo futuro del
trabajo y por su incidencia en la creatividad debe ser como mínimo compartida,
o mejor aún, liderada, por el redactor creativo, que deberá conocer en todo
momento entre qué condicionantes se mueve. Le corresponde esta facultad porque
como tal deberá establecer la estrategia creativa posterior, que es la parte
funda-mental de la estrategia publicitaria. (Igual paralelismo se establecería
con el planificador de medios.)
Vemos, pues,
que el redactor creativo tiene unas funciones previas a escribir textos
publicitarios. Son las obligaciones de pensar estratégica-mente y de pensar
creativamente.
La estrategia
define todas aquellas directrices necesarias para llevar a cabo la campaña de
publicidad. Es la definición de los objetivos y la dirección para alcanzarlos
(la nomenclatura proviene del mundo militar donde se establece que la
estrategia es el arte de dirigir las operaciones militares en la guerra). Y
como concepto general, la estrategia es el arte y la habilidad para dirigir un
asunto. En este aspecto, hoy una de las funciones esenciales del redactor
creativo es decidir sobre los asuntos básicos de una campaña de publicidad.
2. Función Creativa
El redactor publicitario es ante todo un
creativo publicitario y en ello debe radicar su fuerza. No solo debe trabajar
la materia prima sino que la debe generar.
La creatividad es la materia prima de la que están
hechos las campañas y los anuncios. Una agencia de publicidad vende creatividad
en todos los sentidos (creatividad en el servicio, creatividad en la
estrategia, creatividad en la planificación de medios, creatividad en los textos
y en la dirección artística, etc.), pero sobre todo, se le pide creatividad en
el propio mensaje, más aun en un periodo evolutivo de las agencias de
publicidad durante el cual de hecho la creatividad se ha convertido en el único
bien que pueden ofrecer a los anunciantes de una forma exclusiva, después de
haber reducido drásticamente su oferta de servicios a causa de la especialización
empresarial del sector de la publicidad. En este sentido, la figura del
redactor creativo adquiere mayor relevancia en el conjunto de la empresa
publicitaria al ser él quien genera la materia prima —las ideas— que una vez
elaboradas —manufacturadas— en campañas publicitarias se venderán al
anunciante.
Fundamentalmente
por este motivo, tal y como está enfocada la publicidad hoy en día., no se
concibe un redactor que no tenga una clara mentalidad de creativo,
sencillamente porque la esencia de la publicidad es la creatividad. La
publicidad debe actuar mediante los recursos creativos, debe tener el grado
necesario de notoriedad, debe comunicar con la fuerza necesaria para ser
efectiva. Esta es la baza del redactor, que debe tener en la creatividad
innovadora uno de sus objetivos fundamentales. Una creatividad que debe
utilizar tanto en la generación de ideas Útiles para la publicidad como en la redacción
de los textos.
La creatividad
es la forma de destacar que tienen la publicidad y el redactor. Mediante la aplicación
de las técnicas creativas y redaccionales, debe lograr que la comunicación
publicitaria que elabora implique, sea memorable e innovadora. Debe ir al
encuentro de la originalidad del mensaje sin perjudicar su claridad ni su comprensión.
Otro de los
aspectos creativos que afectan al redactor es su intervención en la creación
del núcleo de las campañas publicitarias: en él recae la responsabilidad de las
ideas, de los ejes de comunicación, de los conceptos creativos.
Y por fin, un
aspecto importante a tener en cuenta por el redactor es que la creatividad
publicitaria no es solo una actividad indica. La creatividad realiza o matiza
en manos de profesionales que habitualmente ejecutan su labor de forma externa
a la estructura de la agencia: fotógrafos, realizadores, productores, diseñadores
gráficos, estudios gráficos, ilustrado-res, especialistas en packaging, etc. El redactor creativo
publicitario no debe olvidar nunca que la idea creativa es el principal
patrimonio de la agencia y que, por lo tanto, se debe materializar como el
equipo creativo de la agencia tree.
Todo ello sin renunciar a la aportación de los colaboradores creativos externos
de la agencia que deben colaborar en la mejora substancial de los proyectos.
3. Función argumentativa
La creatividad
publicitaria es una actividad muy vulnerable porque no se basa en postulados
objetivos. Una campaña de publicidad es una opinión. Es una subjetividad. Es un
punto de vista sobre un producto, sobre un problema de comunicación. Radica su
principal debilidad. Esta debilidad necesita una defensa argumentada. Una
defensa del punto de vista estratégico para evitar la desinformación sobre lo
que sustenta la creatividad, para evitar la devaluación de la propia
creatividad, para evitar interpretaciones erróneas de la creatividad dentro y
fuera de la agencia. Estos son elementos claves sobre los cuales hay que sustentar
la defensa de una campaña. La creatividad está rodeada de prejuicios, sobre
todo por parte de aquellos que son incapaces de mantener una actitud receptiva
hacia formas diferentes de pensar. La creatividad como actitud indica es un
aspecto hiriente para algunos y sobre el cual se deben constantemente dar
argumentos, insisto, fuera y dentro de la agencia de publicidad. Ante estas
actitudes solo cabe la argumentación de la lógica y el sentido común. El
redactor creativo debe en todo momento mantener una actitud de defensa enconada
de su punto de vista, pero no de forma gratuita: hay que saber por qué se hacen
las cosas y justificarlo. La presentación de la campaña al anunciante es el
momento más crítica en este estadio de la creatividad publicitaria y en la cual
el redactor, como responsable de la creatividad, mantiene un protagonismo
esencial.
7. Toma de
decisiones creativas
La toma de
decisiones en todo lo que afecta a la creatividad es una función que se
mantiene constante por parte del redactor creativo a lo largo de todo el
proceso de creación y producción de mensajes publicitarios. Decidir sobre la
estrategia, el estilo de creatividad, la forma de la creatividad, la orientación
del trabajo conceptual, el diseño y la estrategia de la presentación, etc., es
una responsabilidad que en todo momento se debe compartir con el redactor
creativo. Al fin y al cabo, las decisiones son las que orientan el sentido del
trabajo. ¿Qué campaña se debe presentar? ¿Qué idea es la más adecuada? ¿Cómo
hay que presentarla para que se entienda mejor? ¿Les éste el texto correcto? 1,
Es el diseño creativo más acertado? A lo largo de todo el proceso, una catarata
de problemas espera la decisión más acertada.
Justificación
Con toda seguridad habrá quien ponga de
manifiesto las lagunas que hay en este intento de sistematizar desde un punto
de vista teórico y también práctico las funciones del redactor creativo en la
actualidad. Deberla ser así, Y así lo deseo puesto que el único interés de este
trabajo por mi parte no es otro que el de abrir el debate, abrir vías de discusión,
de análisis y de crítica. La constante mutación a la que se ve sometida hoy la práctica
publicitaria nos obliga a todos a una revisión constante de la realidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
CRONIN, J.(1985): Tendencias futuras de la
publicidad? (J. Walter Thompson. Documento de formación interna).
HAAS, C. R.(1966): Teoría, técnica y práctica
de la publicidad. Madrid, Rialp. HARRISON, T.(1989): Manual de técnicas de
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Diari Avui, 21 de enero de 1993. ROYO, J.(1993): Una llengua és un mercat.
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SOLER I PUJALS, P.(1993): La estrategia
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Barcelona, Feed-Back.
SANCHEZ GUZMAN, J. R.(1982): Breve
historia de la publicidad. Madrid, Forja.
WATSON D.(1967): Publicidad. México, Uteha.
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